Wednesday, August 30, 2006

La violencia institucionalizada

Históricamente, en la política interior la derecha ha señalado transgresiones a la ley cometidas por grupos insurreccionales. No sólo las ha señalado, sino que las ha castigado o exigido a las autoridades competentes tal castigo, pues según dicen debe imperar el respeto a las leyes y a la paz, no así las armas ni el desconocimiento a las instituciones. Lo que subyace a esta postura es la identificación de la ley y la paz con la ausencia de focos insurreccionales. En México, quienes sostienen tal cosa olvidan lo siguiente: la pobreza extrema en la cual se encuentra inmersa gran parte de la ciudadanía es también una forma de violencia, y ha resultado de las políticas económicas imperantes.
Éste es el país de los elevadísimos sueldos en puestos gubernamentales, el país donde un mínimo porcentaje de la ciudadanía tiene acceso a la educación media superior; el país de la corrupción en distintos niveles institucionales, el país donde la fuerza policial puede violar las garantías individuales de decenas de personas sin que los mandos reciban sanción alguna; el país donde conflictos como el magisterial en Oaxaca se agravan por no ser atendidos; el país donde organismos no políticos compran espacios televisivos con fines proselitistas; el país del cual se predica democracia, pero se le llama al candidato adversario “peligro para la nación” como se hacía en tiempos fascistas; el país en cuya máxima casa de estudios se infiltra un policía federal para filmar una asamblea (1); el país en que los paisanos pagan la mala administración de los banqueros, el país donde mueren obreros a causa de las inseguras condiciones de trabajo.
Quien diga con orgullo que esta es la República Mexicana lugar de las leyes vive la misma fantasía que el presidente. Las formas de violencia mencionadas en el párrafo anterior son posibles gracias a los partidos políticos, algunas instituciones y medios informativos. Ello ha sido visto por la izquierda revolucionaria, de ahí su profundo rechazo al sistema, de ahí que sus medios y fines se mantengan al margen de éste. En contraste los medios y fines de la izquierda partidista han sido delimitados por marcos institucionales. Debido al compromiso con tales marcos, no tiene la autoridad política ni jurídica para rechazar totalmente las instituciones; pero tampoco está obligada a aceptar ciegamente lo que de éstas emane. Ésa es la tensión a la cual se enfrenta actualmente la izquierda partidista.
Nuestro país no es el de las leyes efectivas, pero tampoco el de la dictadura. Como dije en otro escrito, México es el país de los tintes dictatoriales, o de “transición democrática” como dicen los optimistas y los que gustan de eufemismos. Quienes estamos conscientes de ello y deseamos mantener una postura crítica, tenemos la posibilidad de apoyar al candidato de la izquierda partidista, apostando a la transparencia electoral mediante la resistencia civil pacífica; o bien, podemos alinearnos a la izquierda revolucionaria y tomar el asunto de las anomalías electorales como parte de una farsa. Lo contradictorio estaría en apoyar a Andrés Manuel hasta las últimas consecuencias, si es que tales descansaran en el total desconocimiento institucional.

1) En una de las primeras asambleas llevadas a cabo en la Facultad de Filosofía y Letras con motivo de la represión ocurrida en Atenco, se le pidieron identificaciones al desconocido que estaba filmando. Resultó ser un PFP. Este suceso no tuvo mayor eco, puesto que ese tipo de intromisiones parece cosa normal.

Thursday, August 03, 2006

Acerca de la izquierda y sus estrategias

Acerca de la izquierda.
Anuncio un escrito en torno a los sentidos del término “izquierda.” Provisionalmente me limito a señalar tres usos políticos actuales a) La izquierda partidista conformada por el PRD b) La izquierda revolucionaria constituida por el EZLN y el EPR c) Sectores que buscan el cumplimiento de demandas gremiales específicas, como es el caso de sectores magisteriales, estudiantiles y obreros, mismos que suelen simpatizar con alguno de los primeros grupos.
Mítines, marchas, bloqueos y plantones. Los lugares comunes de la izquierda
Hasta hace treinta años y pico, si en nuestro país alguien gritaba “muera la burguesía” o pegaba en las paredes propaganda de corte comunista, era golpeado y llevado tras las rejas. Los tiempos han cambiado, la apertura política es mayor, ahora podemos salir a la calle y desgañitarnos en exigencias y consignas. Los movimientos magisteriales, estudiantiles, obreros y los mismos zapatistas parecen agotarse en estos actos que a fuerza de repetirse se han tornado cotidianos, actos que son insuficientes debido a su carácter simbólico y muchas veces a sus pocos concurrentes.
Quede claro que al señalar su insuficiencia no estoy exhortando a la abstención de participar en manifestaciones, puesto que en algunas ocasiones no hay muchas alternativas, y en otras los grupos se manifiestan en las calles al tiempo que se valen de medidas más contundentes, como es el caso de las huelgas laborales, paros estudiantiles o tomas de edificios gubernamentales.
Contra estos actos –sean “blandos” o “duros”- suele replicarse lo siguiente: al llevarse a cabo infringen los derechos de otros. Entramos entonces a delicados y polémicos puntos de discusión. Podemos preguntarnos si el derecho que se defiende es más importante que el que se viola, por ejemplo: el de la educación media superior frente al de libre tránsito; si todos los derechos son igualmente importantes; si no ha quedado otro recurso estratégico, puesto que las demandas del movimiento no han sido atendidas por vías institucionales.
Lo mismo que la marcha contra el desafuero, las marchas post electorales han sido poderosas en virtud de su concurrencia exorbitante(1). Ciertamente la abundancia de manifestantes no implica la legitimidad de sus demandas, sólo muestra que un amplio número de ciudadanos comparte éstas. La legitimidad del actual movimiento de militantes perredistas y millones de simpatizantes descansa en la duda acerca de la transparencia electoral, duda que a su vez descansa en los errores detectados en más de 70, 000 casillas abiertas y por supuesto: en la larga historia mexicana de fraude y corrupción en altos niveles institucionales. No está de más añadir que en caso que el conteo se llevase a cabo y los resultados fuesen los mismos que arrojó el IFE, las instituciones electorales ganarían la confianza de millones de ciudadanos.
El actual bloqueo en Reforma
Por su legitimidad, por el histórico número de concurrentes y porque se han llevado a cabo en domingo, a título personal me pronuncio a favor de las marchas post electorales; no así del bloqueo en Avenida Reforma. Como sabemos, este acto constituye una medida estratégica para ejercer presión sobre el TEPJF y para protestar contra las “anomalías” acontecidas en el proceso electoral. Por una parte, ciertamente se impide el derecho al libre tránsito, cuando además, no es necesario, puesto que prescindiendo de esa medida se ha podido mostrar el gran apoyo que tiene la resistencia perredista.
Por otra parte y precisamente en términos estratégicos me parece un error político. Sabemos que los medios informativos configuran situaciones políticas concretas; que seleccionan, jerarquizan y califican las más de las veces en desvirtuación de movimientos izquierdistas. Sabemos también que parte de la comunidad civil, encuentra en los medios el único enlace con tales movimientos, sabemos que los oponentes señalan los bloqueos para predicar violencia de quienes los llevan a cabo. Incluso aquellos que se declaran indiferentes, quienes no se posicionan frente a distintos escenarios de violencia institucionalizada (2), no pierden la oportunidad de decir a los manifestantes ¡qué mal están actuando!
Si las medidas de presión han de endurecerse, por qué no considerar otras posibilidades que no afecten directamente a los ciudadanos. Más puede, por ejemplo, que un descomunal número de personas no pague el impuesto sobre la renta. Por una izquierda crítica, reorientemos nuestras estrategias.

1) Hay movimientos que defienden causas legítimas y sin embargo no tienen gran poder de convocatoria. La flagrante violación de los derechos humanos llevada a cabo en Atenco, Pasta de Conchos y Lázaro Cárdenas, por ejemplo, no han tenido el apoyo que tiene ahora la consigna “voto por voto.”
2) Pienso en la marginación, la corrupción y en abusos de poder por parte de fuerzas policiales.