Monday, May 07, 2007

ZOON POLITIKON O LA DERECHA VA POR TODO


Texto enviado por Jumil, colaborador de El Jicotillo



“La desgracia de los hombres es no poder mirar al cielo sino de forma oblicua. Si los ojos tuvieran una relación perpendicular con él, otro habría sido el caríz de la historia"

Cioran

Escribo con tristeza. El viento sopla en un mayo distinto al que describen los poetas. Los líderes de Atenco han sido condenados a más de sesenta años de prisión en un acto de poder por demás obsceno. Cadena perpetua. A esta terrible infamia hay que agregar las condiciones bajo las que están recluidos; en los llamados penales de máxima seguridad, los presos están videograbados las 24 horas del día, y su material de lectura y escritura es muy limitado. A través del ocio se busca exterminar sus habilidades y convicciones. Quienes han estado sometidos a un régimen de encierro estricto conocen el dolor que eso implica en el espíritu. Se trata de una de muchas técnicas modernas de sometimiento, la violación y el uso brutal de la fuerza no son tan modernas pero siguen siendo usadas. Lo que aquí menciono, sabemos, sirve de ejemplo para aquellos que se decidan a contradecir por la vía de los hechos el proyecto neoliberal que estúpidamente se implanta.

En los últimos seis años se ha reforzado una política de terror: en Oaxaca fue necesaria una bestial estrategia para detener un movimiento social de alcances no vistos desde enero de 1994.
Vaya pues un llamado urgente a todas las conciencias en México y el mundo a condenar por todas las vías posibles la reclusión de luchadores sociales. No se trata aquí de un tema de política sino de una elemental defensa de la condición humana.

Es preciso saber que la condena de este acto tendrá influencia directa en su posible desenlace. Independientes al poder, debemos continuar construyendo círculos de reflexión.

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Thursday, May 03, 2007

LA CNDH: CREDIBILIDAD EN CRISIS

La institucionalidad nacional atraviesa por una de las crisis más graves de su historia. Las dependencias electorales y de seguridad pública, entre otras, padecen una creciente erosión de autoridad y de credibilidad, misma que se agrava debido al avance de los grupos de poder fácticos que operan al margen de la legalidad (el narco, la Iglesia -que busca asumir cada vez más roles de partido político, que no le corresponden-, y los grupúsculos empresariales que no pagan impuestos, por citar algunos). Por otro lado, prevalece una aguda crisis en materia de derechos humanos en el país desde el sexenio pasado, que se ha agravado en la presente administración por las tendencias autoritarias del grupo en el poder.

Ante este panorama, se esperaría que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y su titular, José Luis Soberanes, actuaran a la altura de las circunstancias en defensa de quienes han sido objeto de abusos por parte de la autoridad. Sin embargo, casos como los de Atenco y Oaxaca son muestras la inoperancia de la institución ante situaciones de claras violaciones a los derechos humanos. Actualmente, en lo que respecta al caso de Ernestina Ascensión Rosario, quien presuntamente fue violada por elementos del ejército en la sierra de Zongolica, Veracruz, la CNDH, lejos de contribuir al esclarecimiento de este suceso de suyo lamentable, ha mostrado una actitud errática, se ha desviado de sus funciones y su titular se ha enfrascado en una guerra declarativa muy desafortunada, al calificar la discusión sobre la causa de muerte de la anciana de 73 años como “un pleito de verduleras”.

Son de llamar la atención las contradicciones en las que diversas instituciones han incurrido en lo que respecta a este caso. Baste recordar que el actual titular del Ejecutivo, Felipe Calderón, aseguró que Asención Rosario había muerto a causa de una gastritis, cuando la versión "oficial" de la propia CNDH dice que se trató de una anemia crónica aguda –calificada como “enfermedad de pobreza”. Ambas versiones contradicen el diagnóstico de la ginecóloga especialista en delitos sexuales de la procuraduría veracruzana, María Catalina Rodríguez Rosas, quien aseguró que fue una lesión interna, causada por una violación brutal, lo que le provocó la muerte a Ascensión Rosario (esta aseveración, por cierto, ha sido negada ya por la propia procuraduría veracruzana, en lo que representó un giro inesperado, que no deja de despertar suspicacias en la opinión pública). Por otra parte, habrá que considerar las versiones que aseguran que los primeros visitadores de la CNDH atribuyeron la responsabilidad de la muerte de la anciana a elementos de las fuerzas armadas (“Todo apunta hacia el Ejército”, habrían dicho). Por si fuera poco, en el contexto de su comparecencia ante diputados federales el pasado 26 de abril, Soberanes fue señalado por extralimitar “las funciones que le otorga la Constitución y la ley”, al presentar acusaciones penales contra la procuraduría veracruzana. Con todo esto, se ha posicionado como parte de una discusión en la que se supone que su principal función era determinar si hubo o no violaciones a los derechos humanos.

Esta circunstancia es profundamente alarmante, sobre todo si se toma en cuenta que el ombudsman nacional era una de las pocas figuras públicas que gozaba de autoridad moral y que la dependencia que él encabeza parecía haberse mantenido a salvo del proceso crítico de descomposición institucional. Todo indica que esa crisis ha alcanzado también a este organismo, en perjuicio de la protección de las garantías individuales de la ciudadanía.

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