Saturday, June 24, 2006

De ciudadanos y candidatos

Leí hace un par de semanas una carta que Benito Juárez envió a Maximiliano de Habsburgo hace ya algunos años. Es curioso esto cuando vivimos semanas electorales donde un candidato se dice juarista y republicano, enfrentando a un partido político que históricamente ha cargado con la imagen conservadora y retrógrada que dominó a quienes mandaron traer al mencionado emperador. Como sea, lo que quiero rescatar de Juárez es su capacidad crítica para aceptar que tanto él como Maximiliano podían estar equivocados, para no agarrarse de la bandera nacional y no afirmar categóricamente tener la razón sobre quiénes son los buenos y quiénes los malos:

Tengo necesidad de concluir por falta de tiempo, y agregaré sólo una observación. Es dado al hombre, señor, atacar los derechos ajenos, apoderarse de sus bienes, atentar contra la vida de quienes defienden su nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios una virtud; pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad, y ello es el fallo de la historia. Ella nos juzgará.

Acudimos en estas fechas a un evento importante para nuestro país, vivimos y escribimos los hechos que en nuestra próxima historia contemporánea serán considerados como los más importantes. Sin embargo, pocos se han comportado a la altura de la situación. En nueve días se darán las elecciones más cerradas del país y el llamado al voto por cada candidato se ha centrado en descalificaciones y acusaciones para cada adversario. Hemos observado una serie de actos de intolerancia y mentiras dirigidos a alguno de los candidatos; han faltado las propuestas y se ha evidenciado que la pareja presidencial realizó más gastos de los que el congreso le autorizó, se han evidenciado a los hijos de primera dama y el caso del cuñado incomodo. También hemos sido invitados a primera fila para observar violaciones a los derechos humanos en Michoacán, Durango, Atenco, Oaxaca, y para asistir a la muerte de luchadores sociales como Digna Ochoa. Se ha firmado incluso un pacto de civilidad por quienes se supone que anteriormente ya habían aceptado el sistema de reglas para la contienda electoral. Hemos observado demandas jurídicas de un lado para otro y atestiguamos la más desaforada mentira armada por quienes están en el poder desde el fraude electoral del 88 y desde que se echaron abajo los acuerdos de San Andrés.

Para que la cosa no quede descompensada, tenemos que reconocer que hemos asistido a los discursos más pobres del submarcos desde ese histórico primero de enero del 94, y que hoy más que nunca se extrañan las voces de intelectuales comprometidos con la sociedad mexicana, esa que mediante sus impuesto paga universidades y becas gubernamentales, el SNI, estancias posdoctorales y las reimpresiones en ediciones de lujo de obras completas en el FCE. La vida es más fácil viéndola detrás de un escritorio. Cabe agregar la complicidad de los medios de comunicación y de quienes suscriben todas formas de apatía (incluida la que me rodea en la universidad, aquella que se disfraza de nihilismo intelectual).
Es un hecho que los actores políticos de nuestra sociedad no han estado a la altura del momento que vivimos. Mucho menos ofrecen propuestas ni respuestas a las clases más necesitadas del país ni a los cuatro millones de mexicanos que en estos seis años han cruzado ilegalmente la frontera del norte

“¿Quién podrá ayudarnos?” Esa era la pregunta de un popular anti-héroe de las pantallas mexicanas. Hoy la pregunta no puede tener otra respuesta que la de afirmar que la salvación vendrá de nosotros mismos y de nuestra participación activa en las semanas y años siguientes. La sociedad no es algo abstracto que ande flotando por ahí, la sociedad la conformamos individuos concretos y nuestras formas de organización, y la respuesta que en conjunto damos a nuestros problemas (concretos también). Es esta organización la que salvó la vida de cientos ante la ineficiente respuesta del gobierno mexicano en el 85, la que apoyó de forma abierta la primera caravana zapatista, la que se movilizó contra la desaforada mentira. Es la que impulsó la construcción del IFE tras el 88, la que ha cuestionado y pondrá a prueba al TLC, y la que apoya a los damnificados de cada año tras las temporadas de huracanes (esos que a un año de Stan siguen esperando respuesta gubernamental). Es esta sociedad la que debe buscar fortalecer nuestras débiles instituciones el próximo dos de julio, sea mediante el voto por algún candidato, la anulación del voto y la organización independiente. Cualquiera de las opciones anteriores es muy poco quehacer para poder decir que llevamos una vida democrática, pero puede ser el inicio de una sociedad más activa para los próximos años, que demande, cuestione y enfrente a sus próximos gobiernos, sean del color que sean.

A lo largo de estos textos he ofrecido argumentos e información para desmentir las afirmaciones de una derecha irracional e intolerante, pero no he llamado al voto por su adversario político, al que tachan de ser un peligro para nuestra sociedad. Sólo he llamado a una participación consciente e informada para la construcción de una sociedad que demande educación, empleo, austeridad y transparencia por parte del gobierno, así como el reconocimiento de la diversidad cultural de nuestro país. Sólo he llamado a la participación ciudadana, sea por la vía electoral o por la organización independiente, con el único interés de invitar a la construcción de esa sociedad activa que he descrito… que por pequeñas que sean nuestras acciones se sumarán en la memoria y en el beneficio de quienes vengan después de nosotros.
Los candidatos ideales no existen y es absurdo esperar por ellos; si es posible, en cambio, una sociedad activa y mejor preparada. Llamo a que su participación se siga en este sentido y a elegir las opciones que respeten el sentir de todos los sectores de nuestra sociedad. Venga pues, y con Juárez afirmemos, ella -la historia- juzgará nuestras acciones y nuestro silencio.

3 Comments:

Blogger Gerardo de Jesús Monroy said...

Otro aspecto, que no considero superficial, del texto de Juárez, es la escritura elegante y hermosa de la gente educada de aquel tiempo. ¡Cómo quisiera que Fox o López Obrador escribieran así!

10:14 AM  
Anonymous Anonymous said...

Yo quisiera que por lo menos escribieran... jaja.

9:08 PM  
Blogger Livi Jazmín said...

No es por burlarme de la falta de dotes oratorios de Obrador, pero incluir en un discurso las palabras "amiguismo e influyentismo" ps... no.

11:10 AM  

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