México. Democracia y dictadura.
Actualmente en nuestro país hay reuniones políticas y los concurrentes no van a prisión; se puede salir a la calle a protestar, nada hay que impida repartir publicaciones de oposición o vincularse políticamente con extranjeros, la masacre y la tortura no son mecanismos cotidianos del gobierno. Mayor apertura política, he ahí una diferencia con las grandes dictaduras latinoamericanas del siglo pasado.
De una carta escrita por dos sacerdotes nicaragüenses de aquellos tiempos, extraigo la siguiente cita: “Su excelencia el presidente Somoza aseguró hace poco que la Guardia Nacional trabajaría en defensa del orden público (...) y que garantizaría la seguridad...” En cambio lo que hubo fue una serie de crímenes, enumerados a lo largo de la carta. Venga otra cita de la obra que contiene tal documento (1): “Amnistía pudo ver que a las autoridades no les preocupaban las acusaciones (de tortura) cuando alguien trataba de discutir sobre ellas.”
El hacer caso omiso de testimonios detallados de abuso ha sido un recurso propio de las dictaduras. Por otra parte, el argumento de la necesidad de garantizar la seguridad pública, en más de una ocasión pretendió justificar la violación de derechos humanos por parte de las fuerzas policiales. Ello ocurrió en México 1968. Asimismo este año en Michoacán y finalmente el 3 y 4 de mayo en Texcoco, donde la violación de las garantías individuales, fue sufrida por quienes ya no oponían resistencia aunque hubiesen participado en el enfrentamiento del 3 de mayo; pero también por los estudiantes y militantes de organizaciones políticas que acudieron pacíficamente al lugar un día después, lo cual, ni siquiera es un delito tipificado.
No vivimos en un estado totalitario pero tampoco en la democracia. Vivimos en un estado con rasgos dictatoriales.
De una carta escrita por dos sacerdotes nicaragüenses de aquellos tiempos, extraigo la siguiente cita: “Su excelencia el presidente Somoza aseguró hace poco que la Guardia Nacional trabajaría en defensa del orden público (...) y que garantizaría la seguridad...” En cambio lo que hubo fue una serie de crímenes, enumerados a lo largo de la carta. Venga otra cita de la obra que contiene tal documento (1): “Amnistía pudo ver que a las autoridades no les preocupaban las acusaciones (de tortura) cuando alguien trataba de discutir sobre ellas.”
El hacer caso omiso de testimonios detallados de abuso ha sido un recurso propio de las dictaduras. Por otra parte, el argumento de la necesidad de garantizar la seguridad pública, en más de una ocasión pretendió justificar la violación de derechos humanos por parte de las fuerzas policiales. Ello ocurrió en México 1968. Asimismo este año en Michoacán y finalmente el 3 y 4 de mayo en Texcoco, donde la violación de las garantías individuales, fue sufrida por quienes ya no oponían resistencia aunque hubiesen participado en el enfrentamiento del 3 de mayo; pero también por los estudiantes y militantes de organizaciones políticas que acudieron pacíficamente al lugar un día después, lo cual, ni siquiera es un delito tipificado.
No vivimos en un estado totalitario pero tampoco en la democracia. Vivimos en un estado con rasgos dictatoriales.
(1) Jonathan Power, En contra del olvido. La lucha de Amnistía Internacional por los derechos humanos, FCE, México, 1981.
1 Comments:
Nice colors. Keep up the good work. thnx!
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